viernes, 24 de junio de 2011

Lenguaje humano en otros animales

Hace tiempo oí hablar de diferentes animales a los que se les había enseñado el lenguaje de signos humano. Pero quien más me llamó la atención y más me enterneció fue Koko, la gorila californiana.
A Koko desde pequeña le enseñaron el lenguaje de signos americano (conoce alrededor de 1000) y a su vez le hablaban también en inglés, del cual comprende unas 2000 palabras.
Esta gorila parece una humana más, en cuanto a su forma vida: ve la televisión, juega con muñecos, come hamburguesas (cuando los gorilas en su entorno natural son vegetarianos)... y se comunica con humanos; y ya no solo con su cuidadora, Penny Patterson, sino que hace no mucho realizó un chat-encuentro por internet en el que se le preguntó sobre la posibilidad de tener crías con su pareja, Ndume, y ella decididamente contestó que no.

Existen varias opiniones acerca de si estos gorilas, chimpancés, etc., a los que se les enseña un sistema de comunicación humano realmente llegan a comprenderlo o si simplemente lo repiten porque con ello reciben una recompensa.
Investigando sobre este debate he encontrado un vídeo en el que se compara el aprendizaje de un sencillo mecanismo por parte de humanos y de chimpancés; el resultado es llamativo, cuanto menos, ya que demuestra cómo los humanos nos limitamos a copiar escrupulosamente lo que nos enseñan, mientras que los chimpancés se centran en la recompensa y acortan pasos para conseguirla:


Por otra parte, para quien le haya picado la curiosidad con Koko, le recomiendo el documental Koko: a talking gorilla.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Botiquín lingüístico (Parte I)

He aquí algunas expresiones que vemos cada día en miles de textos y ni nos damos cuenta de que no son correctas (o no todo lo correctas que querría la Academia, claro):

Dar de sí / volver en sí: ¿cuántas veces habremos oído “¡No doy más de sí!”?. Pues bien, si reflexionamos un poco, el pronombre es de tercera persona, por lo que encontramos una falta de concordancia. Lo correcto es usar el pronombre correspondiente al sujeto: no doy más de mí, no das más de ti, no da más de sí. Y ocurre exactamente lo mismo con la expresión volver en sí.

*Por contra: Si probáis a escribir esta expresión en Word, él solito lo cambia a por el contrario (al menos en la versión 2010). Mira que se usa a diario, tanto oralmente como por escrito, y resulta que es un galicismo (según la RAE “idiotismo de la lengua francesa”, que suena fatal eso de idiotismo, pero quiere decir “Giro o expresión propio de una lengua que no se ajusta a las reglas gramaticales”). Así que ya sabemos, a sustituirlo por en cambio o por el contrario.

*Hola don Pepito: ¿Qué error hay aquí? Pues una simple coma, la del vocativo (¿mande?). Sí, siempre que nos referimos directamente al interlocutor, bien sea persona o cosa personificada, hemos de aislar el sustantivo con coma o comas, según el caso. Así, los siguientes títulos de canciones se escriben con la correspondiente coma: ‘Hola, don Pepito’; ‘Papá, cuéntame otra vez’; ‘Agárrate fuerte a mí, María’.

*De este agua no beberé: una regla que se me quedó desde el colegio es que la, una, alguna y ninguna adoptan la forma masculina ante sustantivos que comienzan por /a/ tónica (gráficamente a- o ha-). Por ejemplo, el águila o un haba. Sin embargo, por contagio de esta regla, solemos encontrar otros determinativos con el mismo comportamiento, como todo, mucho, poco y otro, o sobre todo los demostrativos este, ese y aquel. Es frecuente ver ejemplos como *de este agua no beberé, *tengo mucho hambre o *con todo el alma, pero no son expresiones correctas. Como tampoco lo son las que llevan intercalado algún adjetivo masculino entre el sustantivo y el artículo, como *un único área o *el antiguo aula.

miércoles, 9 de marzo de 2011

La felicidad según la RAE…

Hace un momento he ido a buscar en la RAE la definición de felicidad para una tarea de mi trabajo, y cuál ha sido mi sorpresa al leer su visión de la felicidad (la primera acepción, aunque no sé cuál es más mustia de las tres…):
  1.   f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.
  2.   f. Satisfacción, gusto, contento. Las felicidades del mundo
  3.   f. Suerte feliz. Viajar con felicidad
A ver, señores académicos, ¿dónde ha quedado aquello de que el dinero, o en este caso lo material, no da la felicidad? Yo esperaba encontrar una definición que reflejara más un estado del espíritu, algo que te complete y te ilumine el alma… pero no. Como todo en este mundo, nuestro diccionario también se ha dejado corromper por la superficialidad y el placer de la posesión material.
Menos mal que algún feliz se debió de dar cuenta y ahora lo han enmendado, para dar paso a las siguientes acepciones:

  1.  f. Estado de grata satisfacción espiritual y física.
  2.  f. Persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz. Mi familia es mi felicidad.
  3.  f. Ausencia de inconvenientes o tropiezos. Viajar con felicidad.
Aunque sigo sin entender aquello de introducir parte de lo definido en la definición, como bien nos enseñaron de pequeñitos en el cole: “si quieres definir felicidad, no puedes utilizar la palabra feliz en la explicación”.

domingo, 6 de marzo de 2011

¿De dónde venimos? -Da igual, siempre hemos sido así...

¿Os imagináis que no tuviéramos números en nuestro idioma? ¿Que no contáramos con palabras para definir cada color? ¿Que no pudiéramos hablar sobre un pasado o futuro alternativos?

Por muy increíble que parezca, existe una cultura en la que se da este caso: el pueblo de los Pirahã, asentado junto a río Maici, afluente del Amazonas.

Allá por el año 1977, el evangelista Daniel Everett se propuso aprender el idioma de los Pirahã para transmitirles el mensaje de la religión cristiana y resultó más complicado de lo que creía. Para empezar, esta gente se negaba a aprender cualquier idioma extranjero, ni siquiera el portugués para poder comerciar con otros pueblos. Más tarde descubriría que simplemente piensan que las demás lenguas son incompatibles con la suya y con su cultura, “sus cabezas son diferentes”. Al Pirahã lo llaman el de “cabezas rectas” y los demás son de “cabezas torcidas”.

Son innumerables los rasgos llamativos que diferencian a esta lengua y cultura de las que conocemos, he aquí unos pocos ejemplos:
  • No tienen número gramatical, es decir, no solo no tienen palabras para contar, sino que no marcan el número en nombres, verbos, pronombres y demás. Ni siquiera hacen cuentas con los dedos (a los cuales llaman “palillos de la mano”), aunque sí gesticulan con otras partes del cuerpo, como la cabeza.
  • No hay términos para los colores tal y como nosotros los entendemos. 
  • El sistema fonético de sus mujeres es el más reducido del mundo, con siete consonantes y tres vocales, mientras que los hombres tienen tan solo una consonante más. Pero no solo se comunican por el habla, sino también cantando, silbando y tarareando. 
  • No tienen forma de pasado. 
  • Su sistema de parentescos es el más limitado que se ha registrado: solamente existen términos para referirse a familiares conocidos, nadie nunca se refiere a parientes que han muerto antes de que ellos nacieran. 
Quizá la singularidad que más me llama la atención de este pueblo es la importancia que le dan a la experiencia; para ellos lo que no existe, no necesita ser nombrado. ¿Para qué hablar de algo que no ves? Por ello tiene sentido que no inventen mitos ni historias. Cuando se les pregunta por la creación del mundo, simplemente responden que todo ha sido siempre como es ahora...

Estas “limitaciones” en la lengua Pirahã dan que pensar, ya que hay miles de temas de los que sencillamente no se puede hablar porque no hay con qué hacerlo. Puede que en este caso más que en ningún otro sea imposible hablar de su lengua sin hablar de su cultura puesto que, si no tienen el concepto en su cabeza, no necesitan palabras para nombrarlo. 

Durante su investigación, Daniel Everett trató de enseñarles conceptos básicos de matemáticas para que mejoraran sus relaciones comerciales; sin embargo, tras unos meses se interrumpieron las clases porque ninguno fue capaz de aprender a sumar ni contar. ¿Hasta qué punto influyen la cognición y la cultura en el lenguaje o viceversa? 

Los estudios realizados sobre los Pirahã los describen como una gente feliz, siempre sonriente y agradable. ¿Será porque no tienen la capacidad de complicarse la vida con historias como lo hacemos en las demás culturas? ¿Será porque no se preocupan por su futuro o pasado? ¿Será porque no necesitan nada que no tengan y valoran lo que ven?

Sea por lo que sea, a mí me tiene fascinada esta gente, sobre todo porque lo tienen mucho más fácil a la hora de aplicar el carpe diem.

Fobia a las fobias

Buscando información en internet sobre por qué el número trece (casualmente mi número preferido) es conocido como el de la mala suerte, me topé con la palabra 'triscaidecafobia': miedo irracional al número trece. Y me lie, me lie y acabé reuniendo una ristra de quinientas y pico fobias. Es lo que tiene internet, que te pones a leer algo mínimamente productivo y acabas saturando el navegador con pestañas de páginas que luego no sabes ni de dónde han salido.
Si buscamos en la RAE, encontramos la siguiente definición de 'fobia':
  1. Aversión obsesiva a alguien o a algo.
  2. Temor irracional compulsivo.
Lo que me llevó a buscar la palabra 'aversión':
  1. Rechazo o repugnancia frente a alguien o algo.
Ojeé todas para ver si me identificaba con alguna y solo encontré una: la pnigofobia o pnigerofobia, miedo a ahogarse o atragantarse. No en un grado que se pueda considerar obsesivo, pero sí es verdad que le temo mucho a que me hagan aguadillas o a atragantarme, sobre todo si estoy sola en casa, por ejemplo, y no hay nadie que me pueda socorrer.
Más tarde recordé que me da mucha “cosa” que me pase la gente por detrás sin que yo lo sepa. Por ejemplo, en mi despacho la puerta está detrás de mi mesa y no puedo soportar que se quede abierta porque podría no oír a alguien que entrara. Puede sonar raro, pero os aseguro que las hay bastante más insólitas... El caso es que busqué (o “gugleé” como se dice ahora) y no vi por ninguna parte nada escrito sobre algo parecido.

Me dio que pensar: con que todos tengamos una fobia que no esté recogida en ningún corpus, ya son unos cuantos millones de miedos y aversiones los que nos amenazan diariamente.
Estuve preguntando a compañeros y amigos y casi todos me decían alguna fobia clara, algunas más míticas que otras: al fondo del mar, a que les tapen la boca con la mano, a las cucarachas, a algunos (que no todos) grifos de ducha, a agacharse, a que se queden los armarios abiertos al ir a dormir...

Qué absurdos somos a veces los seres humanos, cada día nos arriesgamos a miles de tipos de muertes (atropello, descalabro, envenenamiento, sobredosis...) y sin embargo nos da miedo dejar el armario abierto al ir a dormir o un inocente grifo de ducha. Admitámoslo: estamos mal hechos.

No me imagino lo difícil que debe de ser sentir rechazo o miedo a la gente calva (peladofobia), a la suegra (penterafobia), a las barbas (pogonofobia) o a la menstruación (menofobia). Aunque en el día a día, sobre todo en la televisión, sí que vemos claros ejemplos de fobias al conocimiento, a pensar, a envejecer, a los cambios o a las responsabilidades (epistemofobia, fronemofobia, gerascofobia, metatesiofobia y paralipofobia, respectivamente).

Que por cierto, ¿quién cojones les pone esos nombres? Porque lo de 'peladofobia' está curradísimo. Pero es que luego está la 'hipopotomonstrosesquipedaliofobia', aversión a las palabras largas... ahí se lucieron. Desde luego una persona que padezca este mal preferirá definirse como rarilla antes que pronunciar este término.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Tilde o no tilde, esa es la cuestión (Parte I)

Allá donde miro (en revistas, anuncios, Facebook…) veo que se repiten ciertas faltas de ortografía relacionadas con las temidas tildes y quería analizar brevemente algunas de ellas:

*Aún así/aun así: el único caso en que aun se escribe con tilde es cuando se puede sustituir por todavía. En el resto de casos no la llevará.
En nuestro ejemplo, no podemos decir *todavía así, por lo que no lo escribiremos con tilde.

*Tí/ti: por regla general, los monosílabos no se acentúan. Solo aquellos que para diferenciarse de otros de igual grafía pero distinto significado necesitan una tilde diacrítica, como te/té, mas/más, el/él, etcétera.
Por analogía con los pares mi/mí y si/sí, se crea la confusión de si ti también ha de llevarla, pero este monosílabo solo tiene el significado del pronombre personal de segunda persona y no necesita aclaración.

*Véis, váis, sóis, dáis…/veis, vais, sois, dais: por la misma razón que en el apartado anterior, estas formas verbales son monosílabos que no necesitan diferenciación, con lo cual siempre se escriben sin tilde.

*Ésto, éso, aquéllo/esto, eso, aquello: al margen de toda la controversia creada sobre si poner tilde o no en los pronombres demostrativos (este, ese, aquel…) para distinguirlos de sus determinantes, esto, eso y aquello son las formas neutras de los demostrativos y solo pueden funcionar como pronombres, por lo que nunca se acentúan.

*Dálo, ténlo, vélo…/dalo, tenlo, velo: como estas formas verbales son llanas acabadas en vocal, no deben acentuarse.

*Dió, fué, rió…/dio, fue, rio: estos son monosílabos cuyo acento recae en la vocal abierta, tampoco se tildan.